Por: Pamela de la Roca/Facultad
de Ciencias Polìticas y Sociales
Un sueño a cumplir
A inicios del quinto año de estar en la Landívar,
algunas personas empiezan a preguntarte como te sientes, si
te gustó tu carrera y sobre todo la Universidad. La respuesta
a estas preguntas es simple si desde el principio te planteaste
una meta y un sueño que alcanzar. Además de ello,
es imprescindible sentirte feliz de la carrera que escogiste
y la Facultad que te acogió. Con la suma de una meta,
calidad académica y una comunidad abierta puedes ser
capaz de asegurar tu futuro correctamente.
Desde pequeña sabía que quería ser investigadora.
No importara en donde estuviera, que hiciera o con quien me
encontrara sentía esa necesidad de preguntar constantemente
todo lo que no entendía. Dicen que la esencia de un investigador
consiste en ser un preguntón y lo acepto con orgullo:
soy una cuestionadora. La Universidad Rafael Landívar,
en su tradición jesuita supo cultivar en mí a
lo largo de cuatro años y medio de carrera, una constante
búsqueda de la excelencia a nivel personal y profesional.
La combinación de un buen pensum académico con
catedráticos que poseían una docencia activa y
dinámica, me llevaron a estar segura de que estaba en
el camino indicado en la búsqueda de mi felicidad.
Esa búsqueda del magis ignaciano me ha llevado a reconocer
la realidad guatemalteca desde la academia y la praxis, cosa
que es sumamente importante dentro de mi formación como
politóloga. Creo que a la par de ser una mujer capaz
de transformar mi entorno, es necesario conservar esa pasión
por la vida, la libertad y la justicia. Al graduarme hace cinco
años del colegio La Asunción, el principal pensamiento
que movía mi actuar era el de Madre Ma. Eugenia “Ser
una mujer de temple capaz de transformar la sociedad”,
cual fue mi sorpresa que los lineamientos para hacer esto realidad
los encontré en la visión de la Universidad Rafael
Landívar. Con esto no podía imaginar mi desarrollo
académico en otra casa de estudios.
La Landívar aparte de brindarme esa excelencia académica,
desarrollo personal y apertura a la sociedad que me rodea, me
ha proporcionado oportunidades profesionales en donde mis capacidades
se ponen al servicio de la sociedad. Es ahí en donde
encuentro la razón de mi vida profesional que se conecta
con la misión de la universidad: la posibilidad de ayudar
desde tus experiencias y conocimientos a los demás. En
conjunto la comunidad landivariana, me brinda el clima propicio
para que promueva nuevos aires de cambio en beneficio de todos
en un horizonte de equidad en mi entorno.
Como Walt Whitman escribió en su memorable poema: “Somos
seres, humanos, llenos de pasión. La vida es desierto
y también es oasis. Nos derriba, nos lastima, nos convierte
en protagonistas de nuestra propia historia... Pero no dejes
nunca de soñar, porque sólo a través de
sus sueños puede ser libre el hombre.” Es así
como he decidido vivir mi vida y los jesuitas me han ayudado.
Le debo gran parte de la realización de mis sueños
a la Landívar y en especial a la comunidad landivariana
que al final compartimos el mismo sueño: una sociedad
más justa, solidaria y digna en donde un futuro mejor
se ve palpable y realizable.